Julián
contempla a la mendiga en que se ha convertido Macarena, su primer amor, y se
siente «mareado, aturdido, como si acabara de despertar de una pesadilla y al
abrir los ojos los monstruos siguieran allí, como el dinosaurio de Monterroso».
Con esta metáfora sobre el paso del tiempo comienza La Nieve en el Almendro (El Desván de la Memoria, 2013).
Felisa Moreno ha firmado una novela
de personajes atormentados que se resignan a su destino. Julián es un gordo
cuarentón que regenta un bar en Madrid. Un hecho de su adolescencia marcará el
resto de su vida: se enamora de Macarena, la madre de su mejor amigo. Años más
tarde, se casa con la mujer equivocada y tiene dos hijas consentidas. Salva, camarero
aprendiz de escritor, le propone una noche escribir una novela sobre esa época.
A partir de ese momento, jefe y empleado se convierten en cómplices.
Retazos
de amor y sexo, la novela dentro de la novela, sustituye el narrador
omnisciente por la primera persona, superando en interés a la historia
principal. Julián nos cuenta su pubertad, marcada por la pobreza, el acoso en
el colegio y la indiferencia de su familia, en especial de su madre. También
retrata la década de finales de los setenta en España, un tiempo gris dominado
por el miedo al infierno, la reciente muerte del general Franco y el comienzo
de la Transición, que culminaría en la Carta Magna de 1978.
Consciente del morbo que genera la
adolescencia de Julián, la escritora dosifica sabiamente presente y pasado,
dejando para el final el último capítulo de Retazos,
que explotará en manos del lector como bomba de relojería, dando sentido a
la obra.
En la segunda parte de la
novela, Julián encara su presente desde la primera persona. Librará una batalla
contra sí mismo para superar el peso del recuerdo y la culpa: «Me casé con ella
por su físico, por su gran parecido con Macarena. A los pocos meses vi mi
equivocación y que la vida a su lado sería un infierno. Sin embargo, lo acepté
como un castigo justo por lo que le ocurrió a mi amigo Carlos aquella tarde de
otoño».
La descripción de la desnudez de
Macarena, de donde saca título La Nieve
en el Almendro, me parece un bello homenaje al cuerpo de la mujer, un canto
a la vida, a la altura de un poema de Luis Eduardo Aute. Para lograr el
equilibrio, a la historia le sobran desgracias gratuitas y le falta una pizca
de humor. La vida ya resulta demasiado dura para añadir más leña al fuego.
En cualquier caso, Felisa Moreno ha armado una novela impecable, que apela a resolver aquello que no nos deja vivir del pasado para enfrentar con dignidad el presente. A mí me ha cautivado.
Veo que coincidimos bastante, Jose, que nuestras sensaciones tras la lectura de La nieve en el almendro son muy similares. Seguro que Felisa quedará encantada con tu reseña. Felicidades a los dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece que le ha gustado, y me lo ha hecho saber con cariño. Ojalá todos aprendiéramos de su actitud, dispuesta a escuchar tanto lo bueno como lo malo.
EliminarUn abrazo.