Trescientas cincuenta mil personas se reunieron este año en una pedanía de poco más de setecientos habitantes. Lo sé porque estuve allí con mi madre. Soportamos con estoicismo una cola de una hora para entrar al templo. El buen tiempo y el fin de las restricciones de la Pandemia han contribuido a un record de afluencia.
Mi plan original era no asistir, pero mis padres me inculcaron la tradición desde niño. Luego he peregrinado con mi mujer y mis hijos. Lo llevo en la sangre como una droga.
Evidentemente, los ochenta y ocho años de mi madre nos obligaron a coger el autobús. Nada de exhibiciones físicas. Durante la cola, nos protegimos del sol. Una anciana que iba delante no lo hizo y pagó las consecuencias con un golpe de calor.
El despliegue policial y sanitario —propio de un concierto de los Rolling Stones— facilitó ese baño de multitudes que añorábamos sin saberlo, esa explosión de alegría fuera de toda lógica. Al volver a casa, calenté la comida hecha por mi hijo. Luego abandoné el reloj en cualquier rincón y sentí el dulce cansancio del caminante.
Por la provincia de Granada tenemos romerias para dar y tomar, pero la más importante es la romería de San Cecilio patrón de Granada y consiste en subir a la Abadía del Sacromonte en el Albaicin y la tradición te dice que hay que comer habas y saladillas (tortas saladas), allí también se junta muchos "romeros" pero ni de lejos ese número que van al vuestro.
ResponderEliminarSaludos
No me había mezclado con tanta gente desde antes de la Pandemia. Vuestra romería también tiene pinta de ser una celebración de la vida.
EliminarSaludos.
Que jornada mas maravillosa, esas costumbres son regalos que luego se convierten en recuerdos. Y si las costumbres son familiares mas importante mantenerlas. Un abrazo
ResponderEliminarSon tradiciones que se transmiten de padres a hijos y que nos recuerdan ese carácter alegre de los alicantinos.
EliminarUn abrazo.
Ve pensando en la de 2024, amigo.
ResponderEliminarUn placer leerte.
No hago planes a largo plazo. Mejor vivir el día a día. Ya me desvelarás tu identidad.
EliminarTradiciones que dejan gusto dulce en la boca pese al cansancio del esfuerzo.
ResponderEliminarDe hecho, una de las costumbres es tomar rollitos de anís y vino dulce hacia la mitad de la ruta.
EliminarUn abrazo.
Disfruta de tu madre.
ResponderEliminarOjalá yo pudiera.
Saludos.
La mía falleció muy joven...
ResponderEliminarUna pena.
Está en esa edad en que soy más su guardaespaldas que su hijo. Solo me falta el pinganillo. Siento tu temprana pérdida.
EliminarSaludos.
Está fuertecita tu madre eh, me alegro mucho. La mía, aunque bien, dentro de lo que cabe, ya no aguanta tanta jarana, pobreta.
ResponderEliminarMe ha encantado tu manera de contar.
Besitoss
Me alegra que te haya gustado la crónica. No está para el Camino de Santiago, pero ni falta que hace.
EliminarUn abrazo.