Mi padre utilizaba algunas palabras que se me han
grabado a fuego en la memoria afectiva. Además, les daba un sentido muy
peculiar. Cuando algo encajaba como anillo al dedo, tanto personas como
objetos, no era solo un descubrimiento. Se trataba de un «hallazgo». En lo que
respecta al buen yantar, solía preguntarme después de una comilona si me había
quedado «tort» (tuerto) o «cego» (ciego). Aunque nació en Almoradí, donde se
habla el dialecto murciano, estos términos denotan sus raíces valencianas. José
Antonio López Quinto también poseía un sentido del humor absurdo que yo he
heredado. Así pues, le decía a mi madre que le diera la «chorrada» por el puro
placer de la imprecisión léxica.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas populares
-
Llevo dos horas aquí de pie, con la sonrisa congelada, esperando que algún paseante me mire. Todos pasan de largo. Cuando recibo la visita t...
-
Habíamos convenido una señal para cuando mi amigo José Luis fuera pasto de gusanos. Una colleja si Dios existía. Dos si no había nada. No he...
-
Busco editorial para un libro de relatos. Dime, chato: ¿tu novela de qué va? Repito que la novela me la pela, soy hijo del cuento. La gente ...
Vistas de página en total
286574
No creo que existiera imprecisión léxica, solo otro modo de hablar, los andaluces somos expertos y no sufrimos pese a que se rien de nuestro modo de hablar.
ResponderEliminarSaludos
Quizá fuera simple pereza mental: los chavales suelen utilizar el comodín "cosa" cuando no saben la palabra.
EliminarSaludos.
No hay que olvidar esas palabras, yo , bueno todos recordamos las de mi abuela y nos hace ilusión no haberlas perdido. Su manera de hablar tendría sentido y por eso no lo has olvidado. Un abrazo
ResponderEliminarPagaría por volver a escucharlas.
EliminarUn abrazo.