Qué bonito es estar en el teatro y poder tocar con los ojos a un artista. Ojalá todos los conciertos fueran así. En recintos pequeños.
Se alza el telón, toma asiento la orquesta de cámara y se prueban los instrumentos. Parece unos de esos conciertos de Navidad. De pronto, hace su aparición el director de orquesta, un melenas con el cabello por la cintura. Música, maestro.
Suenan los primeros acordes de Europa y aparece la Naranjo ataviada con un vestido ceñido de color rojo. El público alicantino aplaude a rabiar, completamente entregado. Parece el final del concierto y sólo es la primera canción.
Van sucediéndose las canciones, pero Mónica no abre la boca ni para saludar, muy en su papel de diva. Eso sí, al finalizar cada tema, da las gracias con una gran sonrisa enmarcada en un rostro hierático.
Tras la canción Siempre fuiste mío, toma el micrófono y dirige al público unas palabras que saben a poco. Explica que cuando le propuso a la compañía hacer un disco clásico, pensaron que se había vuelto loca. Un niño, de la mano de su padre, le lleva un ramo de flores.
Suena Amor y lujo, la última canción. Larga ovación del público alicantino. Mónica le suelta al melenas: "¡Qué grande eres, cabrón!". Fin de la película muda.
Excelente crónica. Vi en televisión un breve reportaje sobre la gira que está haciendo Mónica Naranjo junto a una orquesta sinfónica y me causó muy buena impresión, tiene que ser un gran espectáculo. Pero tengo una duda, ¿el "qué grande eres, cabrón" le hacía juego con el vestido rojo ceñido?
ResponderEliminar¡Jajaja! Genial, machote. Ya está bien de comentarios eclécticos, descripciones insulsas y mal dirigidas y convenciones demagógicas barato- musicales, señores de la crítica mundial. Una crónica en primera persona: se aprecia, y por supuesto, se agradece. Odio a la Naranjo y me ha encantado este post.
ResponderEliminarHola Maribel,
ResponderEliminarLa verdad es que no le pegaba nada. Para los mal pensados, podría haber querido decir otra cosa relativa al tamaño, que en este caso sí importaba, obviamente.
Hola Álvaro,
Me jodió mucho que apenas se dirigiera al público. Aunque canta como Dios, prefiero a otros dioses menores que, con la voz algo cascada, transmiten más. No sé, Leonard Cohen, por ejemplo. De la "cantante" Bebe mejor no comentar.
Jose Antonio, no me gusta especialmente Mónica Naranjo, sin embargo he de reconocer que tiene buena voz. Independientemente del artista todo concierto tiene una magia por la parafernalia que implica y de la cual también se disfruta. Yo tengo un excelente recuerdo de un concierto de Luz Casal un poco antes de su enfermedad. No tiene voz especial aunque sí muy personal, pero lo que más me gusto de ella es que se metió al público en el bolsillo con su proximidad y sus ganas de hacernos disfrutar.
ResponderEliminarEl verano pasado me decepcionó un directo de Alaska con Fangoria. Estuvo fría, muy fría y no regaló ni una canción. No es que me encantase pero siempre me han atraído los “distintos” y ella lo era.
Bueno Jose Antonio, como verás rollo no me falta. Me alegró tu visita a nuestra pista helada. Espero que te lances pronto sobre ella con comentarios a los compañeros y con tus propias entradas.
Un abrazo
Hola Alicia,
ResponderEliminarYo también tuve esas sensaciones con Alaska en uno de sus conciertos. No fría; yo diría que estuvo gélida. Busco artistas, que sin ser tan famosos o sin tener grandes cualidades, me transmitan algo, sin distinción de sexo o condición. Es más, mejor cuanto más raros.
Hasta pronto.