domingo, 19 de enero de 2014

DOS CHARLIS MEJOR QUE UNO























Allá por el 2010, un personaje cautivó los corazones de niños y adultos. Se trataba de un chaval de unos nueve años, la edad actual de mi hijo, que tenía un secreto. Mientras nos lo revelaba, vivíamos sus peligros a través de la selva, en un castillo, en el desierto. Recordé la mítica Laberinto (Jim Henson, 1986), en la que David Bowie ponía a prueba el cariño de una jovencísima Jennifer Connelly por su hermano pequeño.
            
Al final de aquella novela, reseñada para este blog, Charli obtenía un cofre con un tesoro, pero era incapaz de abrirlo. Y nos quedábamos con las ganas de saber lo que contenía.
            
En Charli y el cofre del tesoro (Edimáter, 2013), el nuevo libro de Maribel Romero Soler, se desvela ese misterio. Además vuelve Seven, el perro que todos querríamos tener. Hay personajes que ganan en protagonismo, como Sandra, la niña con pecas que apenas se esboza en la primera aventura. Hay otros como Luis, el mejor amigo de Charli, que se apagan. Encuentros y desencuentros que marcan las primeras alegrías y tristezas del personaje.
            
He advertido en esta nueva entrega doble ración de guasa, entre la falta de malicia que suele acompañar a un niño de nueve años y la ironía que deja caer la autora: «A él nunca le dejaron tener un perro, ya que sus padres siempre pensaron que no lo podrían atender debidamente, y en lugar de uno de verdad, un viernes por la tarde le regalaron uno de peluche. ¡Qué ridículo! Con casi diez años y un chuchito de peluchito.»
            
Esta Navidad me he librado de perro por los pelos, pero ya ha empezado la cuenta atrás. No quiero regalarle a mi hija peluches con diez años. Seguramente, Charli haya tenido un poco que ver, y Maribel Romero sea una de las culpables de que en mi casa exista tanto amor por la lectura, los animales y entre nosotros.

4 comentarios:

  1. Bendita culpa en este caso, Jose.
    Cierto es que en esta segunda entrega hay mucha guasa (o humor, que me gusta más), pero ya sabes que Charli es ocurrente, divertido y, como bien dices, un niño sin malicia.
    Ya verás cuántas satisfacciones os proporcionará un perro.
    Muchas gracias por esta reseña. Me la llevaré a mi blog, pero será cuando acabe con la sesión "pájaros" (se lo debo a los niños del curso de Escritura Creativa).

    Un abrazo.

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    1. Yo no podría crear un personaje infantil, o quizá no lo he intentado, pues me puede mucho la malicia. Sólo se me ocurren ideas bandarras.
      Ya me he dado cuenta de que tienes un pequeño concurso montado de "pájaros". No te preocupes.
      En cuanto al perro, si nada lo impide llegará para verano. Pero es un secreto. ¿Me lo guardas?

      Un abrazo.

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  2. Jose, nunca digas nunca jamás. Yo ya he creado el mío para cuentos de no más de tres hojas. Es más, en la segunda aventura ya le pienso poner cara. No haré sombra a Charli pero, en parte, Maribel es responsable de la existencia de Nekane.

    Respecto al perro, espero que tengas familia, amigos o dinero para el hotel canino para dejarlo en las vacaciones. Nosotros hace tres años que tenemos una cobaya y en Navidades, que marchamos todos por primera vez durante una semana, tuvimos que buscarle un hogar de acogida. Es verdad que las mascotas aportan mucho a un hogar. Otra cosa es que lo consiga, ja,ja,ja. Los tres me dicen que también quieren un chucho ja,ja,ja. Yo intentaré que sea la primera mascota y la última. Yo ya te he avisado.

    Un abrazo.

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    1. Es cierto, en literatura todo puede pasar, y lo mismo la novela infantil necesita un personaje gamberrete que diga tacos. Mira South Park, por ejemplo.
      En cuanto al perro, lo que dices es una verdad como un templo, y supuestamente ya está hablado. Se lo vamos a dejar a una tal Alicia Uriarte, a quien tengo entendido que le chiflan los animales.

      Un abrazo.

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