Nunca pensé que pudiera ocurrirme esto a mí, pero no hay forma de ganar cuando tu mujer y tu hija se alían en la batalla.
Llegó el 16 de mayo, de la correa de un matrimonio gay que se dedica a recoger perros que no quiere nadie. Los tienen en un campo hasta que les encuentran un hogar. Su nombre real es Choni, pero nos pareció oportuno cambiárselo por Candy. Es una perra blanca como la nieva, tranquila y dulce.
Sostengo la teoría de que, por alguna misteriosa razón, Candy nos ha escogido a nosotros. Al principio, de hecho, queríamos un cachorro de bichón maltés, una raza que no pierde pelo. Pronto se nos encendió la luz de que encajaría mejor en casa un perro de la misma especie, aunque algo más mayor. Los chavales están un poco decepcionados, sobre todo mi hija, que afirma que es un rollo. Candy está en periodo de adaptación, y lógicamente echa de menos a sus anteriores dueños. Mi mujer, sin embargo, se muestra encantada con el animal. Apenas ladra, le gusta acurrucarse en un rincón y hacerse un ovillo durante horas.
Mi hijo opina que no nos está costando nada adaptarnos a la nueva situación. Todavía falta que Candy coja confianza. Aún así, no creo que se transforme en una mala bestia. Quizá sea debido a que no hemos adoptado el animal que más nos gusta, sino el que más nos conviene. Su única manía, como ya he explicado, consiste en refugiarse en lugares estrechos. No me extraña, pues ha pasado varios años de su vida encerrada en una jaula y pariendo cachorros que, al instante, le eran arrebatados para que señoras encopetadas los compraran en una tienda.
Me pregunto si escribiré algún cuento con ella a mis pies, escondida debajo de la mesa del ordenador. Por ahora, intento asimilar que me siga a todas partes, que observe asombrada las tareas cotidianas como si descubriera el mundo.
Es normal que busque refugio. En cuanto empiecen a tirar petardos será necesario que tenga su "madriguera".
ResponderEliminarYa veo que has dado el primer paso en este nuevo mundo: "ell@s son los adoptantes; los humanos, los adoptados". El camino no siempre es agradable, pero el conocimiento que atesoramos nos hace más libres y conscientes de lo que es real y lo que no lo es.
Feliz periplo.
Desde luego, el conocimiento nos libra de muchos miedos. Ahora estoy más aliviado al comprender que la mascota soy yo.
EliminarUn abrazo.
Pronto estará, como dices, acurrucada a tus pies, o puede que incluso en tu regazo. Te lo digo por experiencia, te escribo con mis dos inseparables compañeros bajo la mesa...
ResponderEliminarUn abrazo.
De momento se mantiene a una prudente distancia, pero me consta que le tiene echado el ojo al hueco del ordenador. Parece confortable... ¿a ver?
EliminarUn abrazo.
No lo dudes, ellos nos adoptan. Enhorabuena por ese nuevo miembro de la familia. Ya verás como dentro de una semana es otro animal completamente distinto. Si te digo la verdad me asusta más la adaptación de tu hija, los niños son caprichosos y deben tener muy claro que se adopta un perro para toda la vida.
ResponderEliminarTe puedo decir que cuando recogimos a Seven de la protectora, a mí no me gustaba, pero nada, me parecía muy feo; sin embargo, fue el preferido de los chicos de la casa, que son aplastante mayoría. No tardé nada en sentir adoración por él. En cuanto a no ladrar, también pensábamos en los primeros días que era mudo y ahora le ladra hasta a las sombras. Hoy es un miembro más de la familia, nos da equilibrio, es el depositario de todo nuestro cariño, de todas nuestras caricias y arrumacos, por tanto, es el amor vivo.
Un abrazo.
Candy les tiene miedo a los niños, quizá porque se mueven como indios sin caballo y gritan como posesos. Pero no siempre serán niños, porque como tú dices un perro es para toda la vida. Crecerán con ella, irán ladrando menos y ella más.
EliminarUn abrazo.
Enhorabuena por la llegada del nuevo miembro al hogar. Es preciosa. Ahora tocará mover posiciones. Desde que a nuestra casa llegó una preciosa cobaya sé que si alguien sobrara sería yo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hemos dejado que Candy escoja el lugar de la casa donde se encuentra más a gusto, pero nuestras habitaciones son nuestras.
EliminarSi la cobaya te echa se las verá conmigo.
Un abrazo.
Ahora entiendo mejor tu comentario sobre que es bueno compartir la vida con alguien, aunque esté lleno de pelos :-) Es preciosa, José. No sé si escribirás o no sobre ella, pero estoy segura de que te dejará muchos recuerdos y depositará en ti confianza y cariño. Algo que, por desgracias, no se puede decir de muchos humanos.
ResponderEliminarEnhorabuena por vuestra adopción, no dudes que ha sido ella la que os ha elegido. Y gracias por acoger en tu casa a Candy.
Besos y abrazos para toda la familia, incluido al nuevo miembro.
Es que si no compartes, la vida se queda coja, y te lo dice alguien que disfruta de las solitarias estepas. No sé cómo convivirán el lobo y la perra en la misma casa. Igual mi mujer monta un zoo un día de estos.
EliminarUn abrazo.