El guarda enfocó con su linterna al visitante rezagado. «El museo cierra en diez minutos», dijo temeroso de haber visto un humano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas populares
- 
Mi hija dice que no le entusiasma leer cuentos, pero los míos sí le gustan. No he indagado en sus razones, aunque las imagino. Cuando uno em...
 - 
Hubo una vez un mosquito que se posó en la cola de un confesionario. Nunca lo había hecho. Necesitaba desahogarse de una vid...
 - 
Si no accedo al ritual de los dientes, mi hija se tapa los oídos porque dice que oye a las bacterias picar las muelas.
 


Paradójico.
ResponderEliminarQueda demostrado que las linternas siempre iluminan lo imposible con sus haces de luz. ¡Cuántas veces no habremos jugado de niños con su magia!
Un abrazo.
Imposible es una palabra que no existe en el vocabulario de un escritor.
EliminarUn abrazo.