La Feria del Libro de Murcia era un tren
a vapor que por su chimenea expulsaba el humo de los sueños. Eso pensé mientras
me dirigía a la caseta de editorial Tres Columnas. Estaba nervioso pero
tranquilo. Los nervios naturales de cualquier encuentro con el público; la
tranquilidad de que no hace falta demostrar nada a nadie.
Cuando
llegué al puesto, agradecí la protección de una sombra benefactora. No en vano
aquel día se alcanzaron temperaturas superiores a treinta grados. Saludé al
editor y a algunos compañeros de letras. Una televisión local entrevistaba a una
joven poeta de la casa.
Como
siempre, cogí un ejemplar de Trece rosas negras para mostrárselo a la gente. Entonces me abordó una mujer de la
organización para decirme que, según las normas de la Feria, estaba prohibido
ofrecer libros a los transeúntes. Desde la educación y el respeto, no entiendo
cómo podría ofender a alguien por hablarle de mi libro. Quienes carecemos de la
publicidad millonaria de una estrella de fútbol, debemos recurrir al ingenio y
a la labia para darnos a conocer. Como profesional que soy, reaccioné con una
sonrisa. La charla de Sarah Jamet Martínez, mi compañera de firma, ayudó a
relativizar las cosas. Descubrí a una persona especial que tiene una historia
de superación a sus espaldas.
Monté en el autobús de Alicante
pensando en todo lo que había sucedido aquel sábado. Gracias al mapa digital,
encontré la Feria solo en una ciudad desconocida. También recibí el cariño espontáneo
de quienes quisieron un libro de cuentos firmado por su autor. Hubo quien me
preguntó por qué el título de Trece rosas
negras si no alude a las jóvenes fusiladas por la dictadura franquista tras
la Guerra Civil ni tiene trece cuentos. Tendrás que leerlo para averiguarlo.
Una suerte que estuvieras tan bien acompañado en ese trance... Vender tu propio trabajo es siempre complicado cuando no te respalda toda una red de publicistas y psicólogos conductuales capaces de venderte tu vieja alma como si fuera a estrenar. Espero que mucha gente descubra el valor de "Trece rosas negras" sin necesidad de intervención divina.
ResponderEliminarUn abrazo.
La suerte se la crea uno. Solo con escribir no basta. Hay que sacar a pasear a la persona.
EliminarUn abrazo.