En sueños,
pedía a mi novia de la
adolescencia
que fuéramos amigos. Ella me despedía
con cajas destempladas.
Insistía: son tiempos
en que cada gesto
cuenta, podría ser
el último. Con piedad
cristiana, contestaba: ni
aunque fueras un zombi
te remataría.
Es la primera vez
que me despierto
con esperanza.
No sé si seremos los mismos cuando esto termine, pero sí hay algunas cosas que espero que cambien (y no me refiero a tus letras, que ojalá sigan creciendo como hasta ahora). Un abrazo, querido lobo.
ResponderEliminarYo también espero cambios; por ejemplo, una mayor inversión de los gobiernos en sanidad y en investigación científica.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno! Es verdad que uno nunca sabe cuándo va a ser la última vez que haga algo, algo tan sencillo como darle un beso a un amigo.
ResponderEliminarSon tiempos extraños...
Un beso
A veces nos comportamos como gatos que tienen siete vidas. Vida solo hay una y hay que sacarle el máximo partido.
EliminarUn abrazo.
Estupendo! Mezcla muy bien la ternura con cierto humor. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Jorge. El humor es consustancial a mi persona; la ternura se intenta.
EliminarUn abrazo.
Despertarse con esperanza, ya es un logro. Me encantan tus letras, José Antonio, aunque ya te digo que si fueras un zombi sí te remataría :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Como tú, últimamente muchas personas me han demostrado que puedo contar con ellas. Algo está cambiando.
EliminarUn abrazo.
Es una esperanza mezclada con ironía.
ResponderEliminarAsí soy yo.
EliminarUn abrazo.