Mi amigo Lorenzo llevaba una temporada insistiendo para que fuera a contar mi experiencia al colegio Carlos Arniches de Alicante. La charla tendría lugar en el aula de sexto de primaria. Los alumnos también me entrevistarían para un programa de radio. Sugerí que quizá convendría llamar a alguien dedicado a la literatura infantil y juvenil. Nadie recogió el guante.
Hablar sobre el oficio literario es como hablar de un primo de Cuenca con el que convivo las veinticuatro horas y que se llama igual que yo. La clase bebía mis palabras. No se considera un elegido, sino alguien a quien le cuesta horrores cada cuento que escribe. Durante su turno, los chavales me acribillaron a preguntas. Uno del fondo pidió que leyera algún microrrelato de dos líneas, pertenecientes a Pelusillas en el ombligo (Lastura, 2015). Prometí enviárselos a Lorenzo. Varias chicas quisieron saber mi edad, un asunto de trascendental importancia.
Acuciados por la falta de tiempo, nos trasladamos a la sala de ordenadores. Mientras se subsanaban unas dificultades técnicas, saludé a mi querida Pilar. Ha sido maestra de mis hijos en el colegio. Luego, micrófono en mano, respondí a las cuestiones que plantearon dos alumnos con tanta profesionalidad que les auguro un prometedor futuro en la radio.
Fue un encuentro divertido y enriquecedor. Al llegar a casa, me pregunté por qué no escribo para jóvenes. Supongo que porque los adultos andamos más necesitados de cuentos.
"Los adultos estamos más necesitados..." y no vamos a discutir pero los jóvenes son mas agradecidos y aunque ahora la oferta es mucha siguen necesitando leer porque lo hacen muy deprisa. Un abrazo
ResponderEliminarEso que apuntas es cierto. A algunos de los chavales me los he encontrado luego y me han demostrado un gran cariño.
EliminarUn abrazo.
¿Que unas chavalas te preguntaran la edad?, eso solo significa una cosa, que te vieron con posibilidades, las veces que yo también he realizado algo similar no me lo han preguntado, seria porque estaba mi nieto en la clase. 😜😂
ResponderEliminarSaludos
En el ramo de la docencia, el encanto funciona mejor que los gritos.
EliminarUn saludo.
Muy bueno. No sé qué impone más respeto, si dar una charla para adultos o para niños. Yo hace años tuve que explicar una noticia de actualidad en el aula de infantil de mi hija (se trataba de una actividad en la que debíamos participar los padres) y la noche anterior me costó conciliar el sueño 😅, pero son muy agradecidos. Gracias por contar tu experiencia y enhorabuena.
ResponderEliminarLas inseguridades que a todos nos asaltan se hacen más evidentes cuando pisamos un aula. Da igual que el grupo sea estupendo (que lo era), que te dediques a la docencia, que sea una charla informal... Gracias a ti por reírte conmigo de mis miedos.
EliminarUn abrazo.