Bajo la luz de la luna, he hecho lo imposible para
que el conde repare en mi existencia. Siempre dispuesta, por ejemplo, a
facilitar su alimentación. Ahora que sus colmillos afilados se aproximan por última
vez a mi cuello, me asaltan las dudas sobre lo que tan locamente he deseado. Pensándolo
bien, no quiero mugir eternamente.
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