Le perdono que estuviera vistiéndose y maquillándose dos horas porque luego me invitó a una hamburguesa. Nos la comimos tranquilamente en Los Jardinillos, oyendo el rumor del agua. Fue algo muy raro, porque Yesi no suele permanecer callada demasiado tiempo. Chupándose los dedos de ketchup, dijo que quería presentarme a alguien.
«¿Un novio?», pregunté maliciosa. Por toda respuesta, me cogió de la mano y me llevó a Los Redondeles. Entramos a la librería más pequeña del mundo. Entre anaqueles abarrotados de libros y cubiertos de polvo, Muriel lucía un moño de rizos eléctricos con dos mechones blancos.
Su amiga llevaba un pañuelo al cuello por no sé qué erupción, pero parecía simpática. Compró una edición preciosa de «Frankenstein» para su novio que «luego se enfada… pero lo hace porque me quiere», y nos largamos al Ateneo. Allí bebimos calimocho, bailamos y coincidimos con gente del instituto de Yesi. En un instante de entusiasmo provocado por el alcohol, uno de los chicos hizo algo que no debía.
Aunque recogió el fular como el rayo y se lo puso, yo vi algo que todavía no me explico. Yesi dice que son imaginaciones mías. Estoy planeando subir a la noria, quitarle el pañuelo y tirarlo al vacío. Entonces ya veremos si puede seguir ocultando esas horribles cicatrices alrededor del cuello.
Genial! Cuándo dejaran algunas mujeres de pensar que el amor tiene que doler?
ResponderEliminarNo podías haber escogido mejor título y mejor foto!
Un beso
Gracias, Charo. Aquello del "quien bien te quiere te hará llorar" debería cambiarse por "quien bien te quiere te hará reír". No siempre, pero sí a menudo.
EliminarUn abrazo.
Lo peor es cuando las cicatrices se llevan como algo normal, aceptable consecuencia con tal de mostrarse acompañada.
ResponderEliminarAbarazos.
=)
Totalmente de acuerdo. Hay que enseñar la independencia desde pequeños y esta pasa por saber estar solos.
EliminarUn abrazo.
La palabra feminicidio se ha colado en nuestro vocabulario para explicar lo que jamás debió existir. Un buen relato, lobo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si hasta los lobos o las avestruces son capaces de criar cachorros humanos, ¿por qué nosotros no dejamos de comportarnos como animales?
EliminarUn abrazo.
El título viene que ni pintado. El monstruo, así son, así continúan. Buen relato
ResponderEliminarMuchas gracias, Elena. Mientras no se cambie la mentalidad, me temo que seguirán entre nosotros.
EliminarUn abrazo.