El fin del mundo no fue inventado por los Testigos de Jehová, aunque hay que reconocer que le echan cuento. La literatura y el cine siempre han aportado su granito de arena a este subgénero. Desde la mítica novela Soy Leyenda de Richard Matheson a la película Hijos de los hombres dirigida por Alfonso Cuarón, cada cierto tiempo la humanidad practica una especie de simulacro de aniquilación para sacar algo en claro. El problema es que, por lo que parece, los políticos no leen ni van al cine.
Afortunadamente, la escritora Maribel Romero Soler no se dedica a la política. De hecho, su última novela juvenil critica desde el inquietante título el talón de Aquiles de todos los gobiernos, incluido el español. ¿Qué pasa con el medio ambiente? ¿Cómo duermen tan tranquilos los altos cargos sabiendo que la Tierra se muere poco a poco? ¿No es para alarmarse el rearme nuclear de Rusia y Estados Unidos?
Árboles de ceniza (Tandaia, 2017) presenta un mundo devastado por un gran cataclismo. El antiguo planeta azul ha sufrido cambios de carácter morfológico, ambiental y antropomorfo. En el terreno ambiental, por ejemplo, el sol se ha convertido en un ascua que apenas da calor. Los seres humanos también han experimentado mutaciones curiosas en el color de los ojos o el pelo. Estas transformaciones serían soportables si la supervivencia de la humanidad no estuviera amenazada con la extinción.
La autora bosqueja unos personajes desesperanzados, vencidos y sin horizonte alguno que viven en una comunidad. Lucho, conocido como «El hombre sabio», es su líder. Pese al negro futuro que acecha a la vuelta de la esquina, la doctora de la comunidad está enamorada en secreto. Los niños también ensayan sus primeros amores, pues se acordó que su edad empezara a contar a partir de la catástrofe. Además, perviven lujos del viejo mundo como la electricidad, el agua potable aunque gris o la telefonía básica. La vida continúa.
No puedo ocultar, llegados aquí, que adoro el subgénero apocalíptico como buen adicto al cine de terror que soy. En este sentido, la novela ha hecho mis delicias. Quizá no describa al detalle, pero quién necesita a Tolkien teniendo a Maribel. Su genialidad reside, sin lugar a dudas, en la aparente sencillez de la historia. Con apenas siete personajes, logra tocar de nuevo las teclas de la sensibilidad como Chopin interpretando uno de sus famosos Nocturnos para piano. No se detiene en el por qué ni se regodea en escabrosos espectáculos de seres deformes postapocalípticos. Ahonda más bien en el para qué.
Noto a Maribel Romero más seria de lo habitual en esta novela. Sus clásicos golpes de humor son más discretos. La historia, supongo, exigía un tono ronco que no anticipara su desenlace. Me gustaría que Árboles de Ceniza nunca se hiciese realidad. Si tenemos que destruir algo, que sea el defecto de no perdonar.
Me encanta tu reseña, Jose. Mil gracias.
ResponderEliminarSí, quizás el tono de esta novela es más solemne. El escenario donde se desarrollan los acontecimientos, y los propios acontecimientos, me hicieron ponerme seria.
Me alegro un montón de que te haya gustado.
Un abrazo.
Cuando leo tus novelas, me identifico mucho con lo que escribes, pero, sobre todo, con cómo lo escribes. Llegar al público es el objetivo principal de cualquier escritor.
EliminarUn abrazo.
Me encanta el tema y por lo que cuentas y dado que lo que he leído de Maribel me ha gustado mucho, estoy segura de que está novela merece ser leída y disfrutada.
ResponderEliminarUn beso!
No lo dudes, Charo. No podrás parar de leer hasta la última línea.
EliminarUn abrazo.