miércoles, 10 de abril de 2019

NADIE CONOCE A NADIE























En un acto promocional de mi último libro, me hicieron la siguiente pregunta: ¿Quién es en realidad José Antonio López Rastoll? Habría sido más fácil decir de corrido la tetralogía de George A. Romero dedicada a los muertos vivientes. No recuerdo qué contesté ni viene al caso. Ignoro si José Payá Beltrán ha tramado Identidad (Grupo Tierra Trivium, 2019) en venganza a los entrevistadores que seguro le han formulado la dichosa pregunta, para burlarse de los críticos literarios o, sencillamente, preso de la fiebre creadora que llevó a Freddy Mercury a escribir Bohemian Rhapsody o a Marta Sanz a romper moldes con Clavícula. No me cabe duda de que ha hecho lo que le ha venido en gana y, solo por eso, merece un aplauso.

¿Pero qué es Identidad ? ¿Una novela? ¿Un libro de relatos? ¿Una obra filosófica? ¿Un manual de crítica literaria? Ninguna de esas cosas y todas a la vez. Un editor —a través de un falso prólogo— recibe el manuscrito más extraño de su vida. Se titula «Identidad», no viene firmado y adjunta una dirección. Después de consultar a su equipo de lectores profesionales, decide publicar el libro. Pero antes tendrá que encontrar al misterioso autor.

Lo que comienza como una novela, oculta en su interior —a la manera de las muñecas rusas o las capas de una cebolla— un libro de relatos que gira alrededor del tema de la identidad. Las cinco partes del libro se dividen, a su vez, en tres secciones bien diferenciadas: crítica literaria que espolea la creatividad, cuento a modo de ejemplo como en El conde Lucanor (Don Juan Manuel, 1335) y, finalmente, comentario del relato. Un mecanismo de relojería no tan perfecto como parece, pues Payá rompe las expectativas del lector con continuas sorpresas: notas a pie de página en las que —al estilo de El Follonero (personaje que popularizó Jordi Évole en el programa de televisión Buenafuente)— critica su propio libro, referencias al cine, cuentos dentro de cuentos… Si están pensando que solo falta un chiste, abran la página dedicada habitualmente a las citas.

Esta original propuesta —cuya portada le habría gustado a Payá que fuera aún más radical y rompedora— no debe asustar al sufrido lector que busca libros fáciles de digerir. Tiene la virtud de poder leerse como un libro de relatos estándar. Sin embargo, recomiendo una lectura completa para saborear al máximo un divertimento inteligente, singular y atrevido.

Sin ánimo de convertir estas líneas en una guía de lectura, ofrezco modestamente la lista de cuentos oficiales que componen el volumen y el tema que tratan. LA CARRETERA aborda la identidad cambiante (somos el fruto de nuestra experiencia). LA SEGUNDA VIDA DE CHRISTOPHER MARLOWE, la identidad social (somos el trabajo que desempeñamos). MR. SMITH, la identidad como meta (somos aquello que deseamos alcanzar). LA HUMEDAD DEL FUEGO, la identidad narrativa (somos lo que narramos a los demás). LAS APARIENCIAS, la identidad personal (nadie es totalmente normal ni tampoco anómalo).

No acaban las sorpresas. Payá se plagia a sí mismo. Los dos primeros cuentos ya fueron publicados en su libro La segunda vida de Christopher Marlowe y otros relatos (Juan Gil-Albert, 2011). El tercero recupera a Luis Galvañ, entre otros personajes que ya aparecieron en su novela Destilando fantasmas (Aguaclara, 2007). Sin desmerecer ninguna, quizá «Mr. Smith» sea mi pieza favorita. Su mensaje equivale a estos versos del cantante Manolo García: «Como el lindo gatito fracasamos invariablemente / para diversión del personal / que nos mira de reojo. / Y como el Coyote, nunca llegamos a la hora, / ni al lugar, ni en el momento preciso.» 


La identidad no es simple, sino que posee tantas capas como una cebolla. Todas ellas conforman nuestra personalidad. Tampoco permanece inalterable a lo largo del tiempo. Posiblemente, yo no sea la misma persona que empezó a leer Identidad hace unas semanas. Me importan menos las identidades, quién escribió esto u lo otro, quién tiene fama y quién no. José Payá Beltrán ha escrito una obra que, a partir de ahora, pertenece a los lectores.

2 comentarios:

  1. Efectivamente, nadie conoce a nadie. Cuando decimos que conocimos a alguien es una manera de hablar.

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  2. Bueno, con el tiempo quizás podamos llegar a conocer bastante. Mucho, es difícil.

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