miércoles, 26 de enero de 2022

AGENTE SECRETO

















Nada hay peor que encender el móvil y encontrarse una llamada perdida de la Seguridad Social a las nueve de la mañana, sobre todo cuando esperas una ecografía desde hace cuatro meses.

Aunque sé que llamar al Centro de Salud es inútil, lo intento. El contestador automático está rayado como el disco de una quinceañera de los ochenta. Decido acercarme andando; no queda lejos. En la ventanilla me informan de que la llamada ha sido realizada desde el hospital.

«Pregunta por Charo», sugieren en recepción. En medio de un laberinto de corredores y pasillos, consigo dar con la puerta ocho: ecografías. Toco ligeramente con los nudillos, pero no contesta ni sale nadie. Localizo a alguien que promete buscarla y a otro alguien que también desaparece en su busca. Al rato, aparece Charo con falsa tranquilidad. Me observa por encima de sus gafas. «Te he llamado varias veces», regaña sin miramientos.

Contesto que trabajo hasta tarde y tenía el móvil apagado. Omito que soy escritor porque carece de interés para nuestro asunto, no porque me avergüence de ello. Le ahorro detalles como que araño horas de sueño para conseguir escribir unas líneas medianamente decentes. A menudo me siento un agente secreto con doble identidad. Si fuera panadero, se entendería mi desvelo nocturno: hacer pan. Podría contarlo sin problemas. Podría incluso alardear de ello. Nadie entiende a un tipo que pasa las horas dándole a las teclas más que otro escritor.

Charo aún añade que debería haber estado atento si sabía que ella iba a llamar por la mañana. «No creía que tan de mañana», pienso. Callo también que, además de escribir, soy un enorme trasnochador. Adoro estar despierto cuando el resto de la humanidad duerme. Mi trabajo de tardes tampoco ayuda mucho a madrugar. Finalmente, la mujer, ahíta, me da cita.

2 comentarios:

  1. No entiendo las regañinas, ya ha ocurrido y solo se pierde el tiempo, ese que dicen que les hace falta. Podría ser un relato real o quizá lo sea, y lo interesante es el contenido. Abrazos

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    1. Yo tampoco entiendo las regañinas. Por eso las reproduzco en un intento de que esta historia real no se repita. Probablemente no lo conseguiré.

      Un abrazo.

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