Aunque resulte increible, no tenía previsto asistir al concierto que Enrique Bunbury dio el pasado 19 de agosto en la Plaza de Toros de Alicante. Entre otras razones, el último disco de versiones latinoamericanas es un verdadero latazo. Y el precio de la entrada dolía más que nunca.
Un amigo, que no daba crédito a mi falta de motivación, estuvo a punto de regalarme una. Mi mujer, más licenciada que yo, incluso buscó infructuosamente en la red. Los diez minutos que separan mi casa de la Plaza de Toros sirvieron para decantar la balanza. A un par de horas del concierto, decidimos ver si quedaban entradas. Por extraño que parezca, así era.
No me arrepentí.
A las diez en punto de la noche, los Santos Inocentes (el nombre de guerra del grupo) abrieron con ese tema instrumental que es «El mar, el cielo y tú». Con la última nota aún en el aire, Bunbury salió al escenario con un traje rojo cereza que recordaba a la gira Pequeño Cabaret Ambulante. Tras la optimista «Llévame», dijo que traía un puñado de canciones melancólicas y cantineras para los corazones solitarios. Deseando que el repertorio fuera del agrado del público cantó «El solitario», la historia de un perdedor que podría ser cualquiera de nosotros.
La primera sorpresa de la velada fue la revolucionaria «Big-bang», incluida en Radical Sonora, su primer disco al margen de Héroes del Silencio. Luego interpretó ese himno generacional llamado «El extranjero», una oda al espíritu itinerante que critica la estrechez de miras.
Sin pelos en la lengua y llamando a las cosas por su nombre, volvió a salirse del camino trillado con el tema «Puta desagradecida», que se rumorea dedica a una cantante muy famosa de nuestro país.
Quizá uno de los momentos álgidos de la noche fue la esperada «Los habitantes», perteneciente a Las consecuencias. Esta canción suena a la mítica Hotel California de Eagles, pero no es un plagio ni una versión. Es completamente nueva. El solo de guitarra de Jordi Mena me parece sencillamente magistral.
Mi mujer quería escuchar «El cielo está dentro de mí», pero Bunbury hizo oídos sordos a la petición de una fan. A la mañana siguiente, me tocó tragármela doce veces en la radio del coche.
Queda demostrado, por tanto, que Bunbury hay para todos los gustos. Yo prefiero su lado más roquero y experimental. Otros se inclinan por las baladas. Es un hecho que el maño domina al máximo su voz y sus gestos, que se come con patatas el escenario. Se le quiere o se le odia, pero con fervor casi religioso.
Es admirable la versatilidad musical de este hombre.
ResponderEliminarDar saltos estilísticos de semejante envergadura suele propiciar el alejamiento de unos fans, en beneficio de otros. A mí, sin embargo, me gusta en todas sus camaleónicas formas. Desde Pequeño o Radical Sonora, pasando por El Espíritu del Vino o El Mar no Cesa. Un magnífico ejemplo de evolución en un mundo, donde no pocos se quedan anclados en sonidos tubulares que, sin desmerecer, cansan profundamente.
Te felicito, primo. Escuchar a Bunbury en directo es un privilegio.
Cuánto me alegro de que fueras al concierto, porque sé que te encanta Bunbury y es todo un lujo ver a tu ídolo en directo.
ResponderEliminarMe quedo con las ganas de saber quién es esa famosa cantante española a la que dedica el tema "Puta desagradecida", pero esto va a parecer "Dónde estás corazón" o algo por el estilo, o sea, que mejor no me lo digas.
Un abrazo.
Jose, no me puedo creer que dudases ante a oportunidad tan próxima de ver a tu ídolo.
ResponderEliminarReconozco que a mí me gusta escuchar al Bunbury más melódico tras aproximarme a él gracias a ti y a mi hijo mayor. A pesar de todo, reconozco que no es un artista de grises, creo que gustará o no pero no es de los que te dejan indiferente. Es curioso, el otro día sonaba de música de fondo en el supermercado. Hace dos años ni me habría percibido de ello.
Me alegro que no te defraudara y que olvidases el precio de la entrada en favor del valor del concierto.
Un abrazo
Hay q reconocer q Bunbury atrapa en todos sus géneros, aunq en directo tiene q ser mucho mejor. Me alegro d q lo disfrutases.
ResponderEliminarBesotes
A mí, primo, esos saltos de malabarista que da de un disco a otro me parecen estimulantes, aunque ya te digo que el último no me ha convencido.
ResponderEliminarEn directo, donde un cantante se la juega, logra que hasta una canción mala suene buena.
Un abrazo.
Fue más lujo todavía, Maribel, por suceder de un modo tan imprevisto. Sin embargo, no lo emules porque puedes quedarte sin entrada.
ResponderEliminarEn cuanto a la cantante, te lo digo en nuestro próximo encuentro, aunque si escuchas con atención la letra descubrirás su nombre.
Hala, deberes.
Un abrazo.
Pues sí, Alicia, dudé hasta el último momento, y eso hace más especial si cabe la crónica. Creo que faltaba un buen concierto de Bunbury en el apartado musical del blog.
ResponderEliminarYo también he detectado que ponen a Bunbury en los centros comerciales, y sus canciones son de todo menos comerciales. Jódete, Bisbal.
Un abrazo.
Gracias, MaryLin, me dio la energía necesaria para seguir contando cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.