Comenzaba a trabajar al día siguiente y tuve un mal presagio.
Me abrió la puerta un
mayordomo, me dio instrucciones precisas y se marchó dejándome a solas con el
señor.
Mis deberes
consistían en entregar puntualmente las bandejas del desayuno, la comida y la
cena. En ese acto tan simple yo jamás vería al señor. Dejaría los alimentos en
la puerta de su dormitorio y me marcharía. Las instrucciones habían sido muy
claras en ese punto. El señor vivía enclaustrado y no deseaba que lo molestasen
bajo ningún concepto. Se lo podía permitir. Era rico.
Durante la noche,
soñaba que él se acercaba a mi lecho. Solía mirarme fijamente largas horas y me
susurraba al oído en un idioma extranjero. Por la mañana cesaba la confidencia.
Ayer la puerta del
señor, cerrada siempre como tapa de ataúd, estaba entreabierta. La cama, vacía.
Ante la súbita desaparición de quien me susurraba en sueños, el mayordomo me
despidió sin contemplaciones. De observarme se habría percatado de que sonreía.
Me siento menos ligera, más pesada. Como si los funerales del amo hubieran sido míos y, en lugar de envejecer, estuviera rejuveneciendo.
Qué enigmático relato, Jose, me dejas en ascuas.
ResponderEliminarPara empezar, el señor me ha puesto los pelos de punta desde que sale en escena. Pero esa desaparición... esa sonrisa de la empleada despedida... Me temo que aquí hay gato encerrado, o señor libre, no sé.
Un abrazo.
Creo que la empleada fue despedida, no por fallar, sino por cumplir su objetivo. Creo que el señor enclaustrado le pagó, transformandola en una vampiro.
ResponderEliminarYo lo interpreto como Demiurgo, algo pasó al desaparecer el Señor, que heredó la empleada. Enigmático relato muy bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose, aterrada, estoy completamente aterrada con este texto. Y mira que llevo textos leídos. Me explico. No sé si tengo que echar a volar la imaginación y entender que es un relato muy abierto o no termino de pillar algún detalle-ese es mi pánico-. Vuelo. El señor era un vampiro. El significado de que una chica sueñe con vampiros está asociado con el deseo. Creo que entre el señor y la empleada ha habido algo... Seguro que le ha besuqueado el cuello durante 28 noches seguidas. Ahora la empleada es otro vampiro y el señor se ha ido en busca de otra víctima. Vamos, que me ha encantado tu historia porque la he hecho muy mía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo siento, amigo José Antonio. A lo mejor estoy espeso estos días (debe de ser el resfriado que no me deja ni a sol ni a sombra), pero se me escapa el significado (si es que, como supongo, tiene). Un abrazo.
ResponderEliminarUn relato que inquieta, insinua cierta sumisión misteriosa. Hay trabajitos que gastan muuuucho.
ResponderEliminar!Salve!
La ambigüedad del cuento, lo reconozco, ha dado pie a toda clase de interpretaciones. Unas han sido prudentes, otras han dejado volar la imaginación. Y hasta hay quien se ha quedado alucinado. Gracias por la sinceridad y el cariño.
ResponderEliminarEstá claro que durante las noches que se acercaba al lecho de la sirvienta sucedió algo...la explicación que más me convence es la que da más arriba Alicia. Un final muy abierto para que cada uno interprete lo que quiera. Hay que reconocer que es muy inquietante.
ResponderEliminarComentan que es inquietante el relato, yo tambien lo creo, Hice una primera lectura hace unos días, hoy regreso y me dejo llevar por la imaginación, insinuas y dejas que el lector dibuje las escenas. Yo me quedo con ese vampiro que muerde a la criada, ella ya es tan ligera que nada la sujeta a la tierra.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un abrazo.
Ambiguas lecturas que finalmente parecen tener ciertos puntos en común. Puede que la clave esté en ese final, en ese no envejecer, sino rejuvenecer; en esa sonrisa que no es vista... Me ha gustado mucho tu relato y coincido en que la interpretación abierta aún lo hace más interesante.
ResponderEliminarUn placer haberte visitado.
Un abrazo.